¿Te imaginas un paisaje con un sólo color, que sus rocas tuviesen la misma forma, con sólo un tipo de árbol, con un sólo tipo de flor? No tendría sentido, resultaría monótono, ilógico, aburrido. El mundo son colores en los paisajes, los rostros, las sonrisas, los pensamientos, las almas. Merecemos preservar y respetar la multiplicidad de las cosas, los paisajes, las personas. Cada alma merece crear su propio cielo.
Todos los caminos no conducen a los mismos lugares. Tras cada puerta no se encuentra la misma estancia y en eso estriba lo interesante de existir.
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