Me congratula ver que al igual que mis trabajos plásticos, mis versos poco a poco se van abriendo camino y traspasando fronteras. Hoy he tenido la ocasión de ir a Orihuela y estar en la casa que vio nacer y crecer como ser humano y poeta a uno de los grandes de nuestras letras en verso, Miguel Hernández. He caminado por calles que quizá tiempo atrás fueron pisadas por él, subido por montes por los que tal vez pastoreó con sus cabras, he visto y leído algunos de sus versos escritos sobre el asfalto pero sobre todo he respirado admiración y respeto hacía este humilde cabrero con alma de poeta que se convirtió en la voz de las gentes humildes, de la justicia y la libertad a través de sus versos, que demostró que el talento se lleva de nacimiento y no en el curriculum, ni en las licenciaturas y doctorados. Su presencia se sentía y se veía por todos los rincones de su ciudad natal. Escribía sentado junto a una higuera, la cual aún sigue en pie esperando al poeta, y durante sus largas jornadas de pastoreo hasta convertirse en uno de los mejores escritores en verso del SXX.
No estoy a su altura, tampoco se si algún día lo podré estar, pero el próximo 5 de diciembre algunos de mis poemas pintados los podré recitar por tierras valencianas, comunidad autónoma a la cual pertenece la ciudad natal de este insigne poeta, en mi caso en Elche, concretamente en la Sala de Ámbito Cultural, invitada por la poeta alicantina Helena Vilella alias Koroa Batekin. Miguel Hernández amaba mi tierra natal, Murcia, yo tengo familia y un poco de mi por Alicante y además no hay nada como utilizar el arte, en este caso la poesía, para diluir fronteras, conectar lugares, más aun en estos tiempos que corren, y esta última reflexión me lleva otra vez a mi recorrido por Orihuela y rememoro un momento en el cual converso con Marisol, mi Cicerone en esta ciudad, en el monte donde se encuentra el viejo castillo y allí arriba sentimos y creemos que todo está conectado.
Me considero un
espíritu inquieto, un ser divergente, creativamente hablando desde que tengo
uso de razón, me he pasado prácticamente toda mi vida experimentando diferentes
formas de expresión, primero sobre un lienzo y a través de las formas y luego comencé a escribir al necesitar expresar
ciertas emociones a través de un medio más claro y directo donde los trazos y
colores no siempre llegaban o no siempre se entendían. Dibujo y pinto desde que
tengo uso de razón, escribo desde mi adolescencia, empecé con relatos cortos y
cuentos, después vino la poesía. Mis primeros poemas se dieron a conocer a
través de publicaciones colectivas y alguna revista de arte, también ha formado
parte de mis trabajos plásticos y fotográficos. No fue hasta 2014 que me
aventuré a publicar algunos de ellos en el que de momento es mi primer libro
“Poemas de la memoria pintada” lo cual me llevó a exponerme públicamente dando
recitales más personales e individuales, todo un reto para alguien
profundamente tímida y altamente sensible. Llevo mucho camino recorrido a nivel
artístico, más de sesenta exposiciones pictóricas y fotográficas en España y el
extranjero, he pertenecido a muy diversos colectivos y asociaciones vinculadas
a las artes plásticas y la poesía, e incluso mis trabajos en el campo de la
creación plástica y poética han recibido algún premio y mención. Pero ante todo
y sobre todo, más allá de las exposiciones y reconocimientos, mi objetivo
cuando escribo es darme la oportunidad de jugar con las palabras como una niña
con juguetes nuevos, transformarlas en un camino para intentar conocer mejor el
mundo personal y el global que llevamos acuestas y que nos rodea y que a su vez
sean una sinfonía para las emociones. Que para quienes me lean resulten
comprensibles, cotidianas y cercanas y vean en mis versos un compromiso con lo
que sentimos y vivimos. Quizá por ello me cueste considerarme poeta me veo más
bien como una compositora de palabras, pues cuando las escribo me lo planteo
como la composición de un cuadro o una melodía que resulten armoniosas al oído,
a las emociones y al alma.
Tal vez por muchas de
las cosas que acabo de expresar aquí decidí que el título de mi primer libro
debía estar relacionado con esos dos primeros y siempre principales medios de
expresión que empecé utilizando como son la pintura y la palabra, aunque se
uniesen la fotografía y la música a ellos después.
Tal vez por otras cosas
que también he dicho en estas breves líneas mis dos últimos recitales los
titulé “Poesía íntima y cotidianidad”.
Me gusta la poesía,
porque pone al mundo, a la vida, al corazón y al alma en primera persona.
Rosa
de Soto
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