1 de octubre de 2018

Emoción poética

Y ya es la hora de dejar algunas lineas e imágenes que resumen los momentos vividos el pasado fin de semana del 29 y 30 de septiembre cargados de poesía y arte, que en un principio pensé poner en una misma entrada y luego me he dado cuenta de que cada uno de esos días se merecía su espacio aunque me tenga conteniendo la publicación de cada una de ellas para dedicarles el tiempo que se merecen.

Empecemos por el sábado 29 y la maravillosa velada poética que pude disfrutar en la Casa Museo de Miguel Hernández en Orihuela junto a otros magníficos poetas llegados en su mayoría de varios lugares del levante español.
Si algo hay que destacar es la emoción que se palpó en el ambiente y las ganas de homenajear a este gran poeta del siglo XX y pudo hacerse en el bonito y sereno patio de la casa que le vio nacer y crecer, quiero creer que de algún modo estuvo presente mientras sus versos impregnaban el lugar. Y reflexiono imaginando a este cabrero culto con un alma tan grande que necesitó darle alas para que volase y a su voz tan cercana a la tierra y las gentes humildes y sencillas, como él, encontrando en la poesía la vía perfecta para expresarse, dejándonos un maravilloso legado para que otras gentes humildes y sencillas de próximas generaciones encontrasen en sus palabras su bandera. 
Le imagino bajo su higuera escribiendo y soy consciente de que todo pasa y todo queda, como dijo otro poeta. Pasó la vida del cabrero poeta que estuvo del lado de los débiles y eso le llevó al encierro para intentar silenciar su voz y pese a todo no lo consiguieron. Paso la infancia, la adolescencia y la juventud y la casa que le vio nacer hoy transformada en el museo que guarda el recuerdo de su presencia. Pero quedan por siempre sus poemas para que otras voces  puedan seguir expresándolas, recitándolas, declamándolas por él y en su nombre y que nadie intente silenciarlas jamás, entre ellas las voces que se escucharon el pasado sábado 29 en el patio de su casa, impregnando de nuevo sus paredes con sus versos y muy cerca de esa higuera donde escribió sus primeros versos. Nunca se escucharon tan altas y emocionadas, doy fe de ello, a mi misma casi me traiciona esa emoción, casi rompe mi voz.
En cualquier caso quien se aproxima a la poesía de Miguel Hérnandez no puede evitar identificarse de algún modo con alguno de sus poemas, hacerlo suyo y parte del devenir de su vida, de su existencia y de su ser dejándose embargar por la emoción y la responsabilidad de poner voz a un grande de la poesía y de la historia de este país, pues sus poemas también están cargados de historia social y personal. Como se dijo una vez, la pluma es más fuerte que la espada.

Profundamente agradecida a Helena Vilella alias Koroa Batekin por contar conmigo para este evento y a la Casa Museo de Miguel Hernández por abrirle las puertas a este grupo de poetas para ponerle voz a sus versos de nuevo.

Comparto algunas instantáneas realizadas por una servidora y otros compañeros de momentos captados de este emotivo evento.







Unas flores en el suelo del espacio donde vamos a recitar para recordar a los poetas que ya nos dejaron y con ellas hacerlos presentes, entre ellos el homenajeado.



















































A continuación comparto dos de los poemas más representativos de Miguel Hernández el primero "Vientos del pueblo" fue mi elección en el recital pues para mi tiene mucho significado sobre todo teniendo en cuenta la situación social y política que en la actualidad vive mi país, un poema que se convirtió en canción y el cual considero prácticamente un himno que se tendría que recitar o cantar de vez en cuando y recordar a través de sus palabras que es lo que nos une y no lo que nos separa. 
El segundo lo comparto directamente como canción cantada por uno de nuestros cantautores más representativos, Joan Manuel Serrat, un poema que te encoje el alma pues Miguel Hernández lo escribió en la cárcel tras recibir una carta de su mujer que había dado a luz a su segundo hijo hace poco tiempo y le explicaba que estaban pasando hambre y apenas tenían para alimentarse pan y cebolla, quizá por eso Miguel Hernández decidió titular este poema "Nanas de la cebolla".

VIENTOS DEL PUEBLO

Vientos del pueblo me llevan, 
vientos del pueblo me arrastran, 
me esparcen el corazón 
y me aventan la garganta.

Los bueyes doblan la frente, 
impotentemente mansa, 
delante de los castigos: 
los leones la levantan 
y al mismo tiempo castigan 
con su clamorosa zarpa.

No soy un de pueblo de bueyes, 
que soy de un pueblo que embargan 
yacimientos de leones, 
desfiladeros de águilas 
y cordilleras de toros 
con el orgullo en el asta. 
Nunca medraron los bueyes 
en los páramos de España.

¿Quién habló de echar un yugo 
sobre el cuello de esta raza? 
¿Quién ha puesto al huracán 
jamás ni yugos ni trabas, 
ni quién al rayo detuvo 
prisionero en una jaula?

Asturianos de braveza, 
vascos de piedra blindada, 
valencianos de alegría 
y castellanos de alma, 
labrados como la tierra 
y airosos como las alas; 
andaluces de relámpagos, 
nacidos entre guitarras 
y forjados en los yunques 
torrenciales de las lágrimas; 
extremeños de centeno, 
gallegos de lluvia y calma, 
catalanes de firmeza, 
aragoneses de casta, 
murcianos de dinamita 
frutalmente propagada, 
leoneses, navarros, dueños 
del hambre, el sudor y el hacha, 
reyes de la minería, 
señores de la labranza, 
hombres que entre las raíces, 
como raíces gallardas, 
vais de la vida a la muerte, 
vais de la nada a la nada: 
yugos os quieren poner 
gentes de la hierba mala, 
yugos que habéis de dejar 
rotos sobre sus espaldas.

Crepúsculo de los bueyes 
está despuntando el alba.

Los bueyes mueren vestidos 
de humildad y olor de cuadra; 
las águilas, los leones 
y los toros de arrogancia, 
y detrás de ellos, el cielo 
ni se enturbia ni se acaba. 
La agonía de los bueyes 
tiene pequeña la cara, 
la del animal varón 
toda la creación agranda.

Si me muero, que me muera 
con la cabeza muy alta. 
Muerto y veinte veces muerto, 
la boca contra la grama, 
tendré apretados los dientes 
y decidida la barba.

Cantando espero a la muerte, 
que hay ruiseñores que cantan 
encima de los fusiles 
y en medio de las batallas.

Miguel Hernández


Adaptación musical de Alberto Cortes del poema "Nanas de la cebolla", cantada por Joan Manuel Serrat

Y usando también como banda sonora "Nanas de la cebolla", Helena Vilella Bas nos regala una presentación de algunas de las fotografías del evento convertidas al blanco y negro colores de un álbum para recordar.



Helena Vilella Bas de Slidely by Slidely Slideshow

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